¿Qué significa tener 20's?

¡Feliz año nuevo 2024 y feliz día de reyes!

Se acaban las festividades y regresa la cotidianidad y, con ella, para muchos, algunas preocupaciones. Hoy vengo con  una entrada bien especial que, por el título, ya se imaginarán un poco de qué trata. Así pues, les cuento.

Hace poco cumplí un cuarto de siglo de vida. No voy a mentir, padezco el monstruoso síndrome de sentirme terriblemente vieja a mis 25 años, como si el grupo de trenes destinados para mí ya hubiesen pasado sin que yo tomase alguno de ellos, quedándome a la deriva en algún lugar de mi propia vida.

Por diversos motivos arriban a mi mente cúmulos de pensamientos que parecen no pertenecer a la misma clase. Unos me reprochan no haber hecho esto o aquello; otros me señalan lo absurdo de estar aquí y no en otro lugar; algunos parecen reirse de la forma en la que he sobrevivido hasta ahora; mientras que otros divagan en una suerte de lamentaciones y melancolía. En menor grado, he de reconocer, tienen su espacio los soñadores, llenos de energía e ideas para el futuro, esperanzados en que claramente es posible materializarlos. 

¿Pero qué significa tener un cuarto de siglo? ¿Qué significa tener los pies puestos en el escalón de los 20's?


Pues realmente no significa nada más allá de la sumatoria de horas, días, semanas, meses y años desde el instante mismo del nacimiento, eso en esencia. Esa sumatoria se traduce en una serie de cambios biológicos, psicológicos, emocionales y sociales asociados a la edad. Quedémonos con el último punto, el aspecto social de estar en algún punto del escalón de los 20's. 

Y es que nuestros roles dentro de la sociedad cambian a medida que sumamos años. Esto no se nota mucho en la infancia, los cambios de roles usualmente no son tan radicales y no solemos tener conciencia de sus implicaciones y de la responsabilidad que eso conlleva. Pasamos de estar en casa jugando, a tener que ir a la escuela, hacer nuestros deberes y tener que interactuar con otros pequeños mientras algunos adultos que no son nuestros padres nos dicen qué hacer. Puede que a uno que otro infante toda esta situación le resulte más o menos impactante, más o menos tolerable más o menos divertida... pero cuando salimos de la adolescencia, el umbral de la adultez se asoma, cada vez nos acercamos más a él, generalmente ocurre que deseamos hacernos adultos con ansias; nuestro futuro nos espera y al fin podremos hacer lo que queremos, o bueno, al menos ese es el plan. Es aquí donde el factor social resulta más determinante, en nuestra cultura se nos ha enseñado que, una vez terminado el bachillerato, lo más natural es que entremos inmediatamente a la universidad (para estudiar una carrera importante en la práctica), de modo que a los 21 o 22 años tengamos nuestro título, con el que nos haremos un futuro y obtendremos el éxito.

Así, aún nos falta para llegar a los temidos 30, donde se supone que experimentaremos una crisis (como si no fuese suficiente con las anteriores), por lo que debemos procurar tener un trabajo estable, una casa, un auto y, por supuesto, una familia, es el "curso natural de la vida", dice nuestra sabiduría popular...

La sociedad parece tener una planificación estándar de nuestras vidas, si ese es el ideal, salirse de él intencionadamente, o no, parece ser una idea descabellada, destinada al fracaso... O quizás no.

Creo que en buena medida el terror de seguir sumando años y sentirse estancados está parcialmente fundamentado en lo que otros esperan de ti. Esos otros suelen ser fundamentalmente familiares, personas cercanas, amigos y conocidos. Muchas veces incluso algún vecino cuya interacción se limita a un "buenos días" puede tener una proyección sobre ti, sobre lo que podrías o deberías llegar a ser... Pero todas esas proyecciones, todas esas perspectivas no son tú, son un grupo de posibilidades de ti, en algún otro mundo posible que puede que ni siquiera desees o en el que nunca has pensado. Y esto es importante porque, ¿hasta qué punto nos identificamos con esas proyecciones de otros? ¿Vivimos anhelando o trabajando en pos de cada una de las cosas que se supone debemos ser y tener a esta edad, porque realmente queremos? ¿O estamos trabajando y tratando de cumplir con los ideales o sueños prestados (y muchas veces frustrados) de otros? 

La introspección aquí juega un papel fundamental. La mayoría de las veces que veo a personas jóvenes frustradas porque sienten que no tienen ni han logrado nada en la vida a sus longevísimos 20's (en cualquier escalón de estos), generalmente no tienen del todo claro lo que quieren hacer con sus vidas, no saben qué es aquello que les gusta, qué desean hacer profesionalmente al margen de lo que deben hacer para sobrevivir. Porque tampoco es sensato y sano para nosotros fingir que ignoramos nuestra propia realidad. Entonces, ante tales escenarios, ¿tiene sentido sentirse frustrado? No quiero decir con esto que en esta etapa de la vida debamos tener una claridad absolutamente cristalina de todo lo que queremos en nuestras vidas, porque, de hecho, creo que esa es otra de las presiones sociales que, además de resultar poco verosímil, nos afecta en demasía. 

Los 20's son una etapa difícil, ciertamente ya no somos adolescentes, pero es un periodo donde la mayoría de nuestras opciones están etiquetadas bajo la categoría "cambios", y tenemos que adaptarnos a muchos de ellos. Algunos de manera más o menos exitosa, más o menos forzosa, más o menos dolorosa, con más o menos resistencia; pero tal como el pequeño que empieza a adquirir deberes y aprende adaptándose a esos cambios en su vida, nosotros hemos de afrontar cada escalón de esta década aprendiendo a adaptarnos y conocernos en ese proceso, sabiendo que aquello que nos afecta no sólo es de naturaleza externa, sino también interna: de carácter psíquico, emocional, preferencial e incluso ético. 



La vida no se tiene que acabar una vez terminemos los 20's, los sueños no tienen por qué ser sepultados en esta década y no seremos menos exitosos por definir más minuciosamente nuestros gustos, metas, ideas o proyectos antes o después de ella.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Primer robo, primera lectura...

¡Feliz día, oh libro!